lunes, 30 de enero de 2012

Sentimientos

Si tuviéramos que definir qué son “los sentimientos” tal vez nos resultaría difícil precisar su significado, aunque posiblemente, emplearíamos términos como amor, angustia, tristeza, odio, alegría… que son sentimientos que solemos tener. En definitiva, es un estado afectivo, de ánimo, una manera de percibir nuestro ser en relación con los demás seres. Siempre los hemos relacionado con el corazón, puesto que es un órgano en el cual repercute cualquier afecto. Es una especie de termostato de cómo son nuestros sentimientos. De hecho, cuando nos encontramos con una persona fría e indiferente, sin escrúpulos, afirmamos que “no tiene corazón”, que no siente nada.

Los sentimientos son el motor de nuestros comportamientos, son lo que determina un talante u otro. En este sentido, Alfonso Aguiló afirma “Muchas veces se olvida que los sentimientos son una poderosa realidad humana, y que para bien o para mal, son habitualmente lo que con mas fuerza os impulsa o nos retrae en nuestro actuar”. Lo que no se siente, nos cuesta mucho realizarlo. En cambio, cuando sientes algo profundamente se realiza de una manera espontánea y gratificante. Por eso, tenemos una tarea pendiente… educar los sentimientos y fomentar la inteligencia afectiva. Phil Bosmans reivindica ‘la función del corazón en escuelas y universidades’… “La razón no es la única facultad de conocimiento. Todo el hombre es facultad de conocimiento para el amor. Los diplomas han de ser mucho más que la prueba de que alguien ha demostrado en algún momento de su vida una adquisición intelectual. Los diplomas han de hablar de todo el hombre. El saber solo frustra y puede mutilar mortalmente al hombre. El desarrollo de la vida afectiva y de la vida espiritual, la cultura del corazón, son de importancia capital en la construcción de la nueva sociedad”
Partiendo de esta gran importancia de los sentimientos y constatando que solemos ocultar lo que sentimos, nos podemos preguntar ¿por qué no expresamos lo que realmente sentimos? Así, Alfonso Aguiló afirma “Algunas personas han sido educadas de manera que suelen esconder habitualmente sus sentimientos. Sienten un excesivo pudor para expresar lo que realmente piensan o les preocupa, y se muestran reacias a manifestar emoción o afecto”.
Buscando una respuesta, creo que tiene que ver mucho con el hecho de que cuando expresamos lo que sentimos, nos mostramos como somos, sin preocuparnos de nuestra imagen. Los sentimientos encuentran su canal de expresión a través de la sinceridad y la verdad, teniendo en cuenta que hemos hecho de los convencionalismos y la reputación nuestra identidad, haciendo de la mentira un instrumento cotidiano de nuestra convivencia que nos lleva a la falsedad y a la hipocresía.

No importan nuestras emociones, importa nuestra imagen y si respondemos a las expectativas que nos marca la sociedad, que se traducen en los convencionalismos sociales.
Es una tarea primordial que cultivemos nuestros sentimientos, que sepamos expresarlos con respeto, pero también con libertad y sinceridad. El amor, el cariño, la ternura, la amistad… deberían estar por encima de los convencionalismos. No importa nuestra reputación, importa lo que realmente sentimos, y ahí está en juego parte de nuestra felicidad o infelicidad.

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